dejar de pensar

Pienso demasiado

Ojalá pudiera pensar menos y hacer más...

Esto me decía hace poco una persona con la que trabajo en consulta.

Pensar, analizar las situaciones que vivimos, imaginar… puede ser muy útil a veces: nos ayuda a encontrar soluciones, a vislumbrar posibilidades y tomar decisiones… Pero otras veces puede pasar todo lo contrario: Nos bloquea.

Nos quedamos enganchados en un bucle de darle vueltas a todo.

Si os ha pasado alguna vez no hace falta que os diga que es agotador. Además es contraproducente: cuanto más enganchados nos quedamos a darle vuelta a las cosas menos claro y más confuso parece todo, perdemos la perspectiva.

Aparecen los:

“y si… (película 1)” 

“y si… (película 2)”

Los pensamientos, películas y preocupaciones en las que nos enganchamos pueden ser de muy distinto tipo. 

Muchas veces son “trampas” de pensamientos irracionales como los que comentamos en otro artículo ( Lo puedes leer aquí ), o puede que sean cosas que han pasado a las que le damos vuelta, miedos, autocríticas.. un largo etc.

El tema es que estos pensamientos absorben nuestra atención y nos hacen sufrir.

El problema no son los pensamientos en sí:

Todos tenemos pensamientos negativos o preocupaciones.  Pretender no tenerlos nunca, o luchar contra ellos es inútil, es como intentar nadar en arenas movedizas: cuanto más “luchamos” más nos hundimos.

Como en el cuento del vaso de agua, el tema es el tiempo que le dedicamos a darle vueltas a pensamientos que no son útiles, sin llegar a ninguna conclusión. Nos quedamos atrapados en una noria que da vueltas y vueltas.

El problema es que lo que hacemos para intentar salir de ahí, en realidad agrava el problema:

Nos damos cuenta de que “pensamos demasiado”, entonces como solución procuramos o bien “no pensar”, controlar estos pensamientos para no tenerlos, o pensar otras cosas más agradables en su lugar (sustituir los pensamientos que me hacen sufrir por pensamientos “positivos”) 

Como habrás adivinado, habitualmente nada de esto funciona, sino que empeora la situación. Como en el caso de las arenas movedizas, lo que hacemos para salir de ahí nos acaba por hundir más.

Intentar “no pensar” paradógicamente hace que pongamos más atención y esfuerzo en esos pensamientos y en intentar no tenerlos, les damos más peso e importancia (justo lo que no queremos) y nos agota aún más… puede funcionar por momentos: puede que consigamos distraernos un rato, pero el “run-run” suele volver al poco tiempo, o aparecer por otro lado…  y estos intentos de estar mejor acaban convirtiéndose en un esfuerzo constante y en una “guerra” contra nuestra propia mente. Agotador.

El “positivismo ingenuo” como yo le llamo, tampoco funciona. Hay incluso estudios que demuestran que las “afirmaciones positivas” nos hacen sentir más desgraciados, y tampoco nos ayudan a pasar a la acción. O bien caemos en el autoengaño y la ingenuidad, o bien entramos en una pelea perpetua entre nuestro “lado positivo” y nuestro “lado negativo”. A veces incluso enfadándonos con nosotros mismos por tener pensamientos negativos… lo que agrava el sufrimiento y genera mayor conflicto interno.

 

Te pongo un ejemplo (basado en hechos reales 😉

Un tipo de  preocupaciones que suele engancharme habitualmente son las que tiene que ver con la salud. Mi mente tiene un lado hipocondríaco que suele salir a incordiar de vez en cuando.

Imaginemos que llevo muchos días con un molesto dolor de cabeza que aparece cada vez más a menudo.

Mi lado hipocondríaco aparecerá seguramente con pensamientos dramáticos: “¿y si es algo grave?” “podría ser un tumor cerebral o algo así..”, “busca en Google!”

Si mi lado hipocondríaco me engancha, seguramente me lleve a montarme películas horribles: puede que me vea a mi misma teniendo que afrontar una enfermedad incurable y con una esperanza de vida de pocos meses. Todos esos pensamientos catastróficos de la hipocondría me harán sufrir mucho y me generarán ansiedad.

Puede que yo misma sea consciente de lo exagerado de mis pensamientos. Mi pequeña hipocondríaca interior solamente se fija en uno de los posibles escenarios: el peor. Pierde toda la perspectiva. Realmente lo pasaré mal si le hago caso y me creo que esa es la opción más posible o la que seguro que va a pasar.

Puede que intente “quitarle hierro al asunto” y decirme  a mí misma: “¡Qué exagerada soy!” “¡Seguro que no es nada grave, no pienses eso!” … Puede que intente convencerme de que “será una tontería”… Pero ahí empezará la guerra interior, porque: “¿y si  SI es grave?”… que no sea nada es también una de las opciones, no la única: porque yo realmente no lo sé. Empezaré entonces un tira y afloja entre mi lado hipocondríaco y mi lado “optimista”. Agotador.

Ante esta disyuntiva he de centrarme en lo más útil en esa situación, en qué acción puedo tomar yo: en este caso sería ir al médico y tener un diagnóstico.

Imaginemos ahora que el médico me dice que me tiene que hacer unas pruebas y que tendrá el resultado en dos semanas.

Voy a tener que vivir dos semanas en la incertidumbre (en el mejor de los casos)

¿Cómo puedo llevar esa incertidumbre sin dejarme arrastrar por mi lado hipocondríaco?

Aceptándolo. Aceptando que esos miedos están ahí. Pero procurando no dejarme arrastrar por ellos: dedicándoles menos atención con técnicas para “desengancharme”. Lo que me dice mi hipocondría, al margen de lo que pueda suceder después, no es útil, no ayuda. El engancharme en el drama no hará que consiga afrontar mejor la situación en el caso de que realmente acabe siendo algo grave: solamente habrá hecho que sufra más y de antemano.

Seguramente, aunque consiga desengancharme y no elaborar los pensamientos de mi lado hipocondríaco, será normal que durante esas dos semanas esté algo inquieta. Que la preocupación pase por mi cabeza varias veces al día. Voy a vivir esas dos semanas con esa incomodidad: no puedo pretender “olvidarme”, “pasar”, o estar super relajada. No. 

No puedo evitar la preocupación, he de vivir esos días con preocupación, pero si puedo evitar que estos pensamientos me arrastren a una profunda angustia. Todo está, como dice el cuento del vaso de agua, en soltar. Soltar el vaso.

Esto es un trabajo atencional. Podemos decidir y controlar nuestro foco de atención, y ponerla en aquello que es más útil.  No elaborar pensamientos que no ayudan. Centrarnos en la acción, en lo que si podemos hacer. 

El manejo de nuestra atención es la clave.

Por eso muchos psicólogos damos tanto la paliza con esto de la “atención plena” y el “mindfuldness” (es lo mismo) Porque son técnicas que nos ayudan a entrenar la habilidad de manejar nuestro foco atencional, y puede ayudarnos a salir de norias mentales que no nos llevan a ningún lado, a centrarnos en cosas más útiles, en la acción, y en el momento presente.

Este trabajo de “desenganche” es algo que se suele entrenar muchas veces en terapia, y se pueden utilizar técnicas diferentes según cada caso.

Algunas claves que pueden ayudarte son:

  • Identificar el tipo de pensamientos en los que te quedas “enganchado” y que te causan sufrimiento
  • Ojo: a veces podemos quedarnos enganchados en fantasías que No nos hacen sufrir… pero que tampoco son útiles ni nos ayudan a tomar acción, nos hacen perder el tiempo en una especie de “Netfilx” mental.
  • Centrarnos en la utilidad de un pensamiento (más que en su veracidad) ¿Este pensamiento me sirve? ¿Me ayuda? ¿Me aporta soluciones o me ayuda a tomar acción?
  • Entrenar nuestro FOCO de atención.
  • Aprender a vivir con incertidumbre, preocupaciones y cosas que escapan a nuestro control sin que esto nos angustie. Entrenar la Templanza y el poner el foco siempre en lo que sí está en nuestra área de influencia.
  • Si te cuesta mucho desengancharte siempre puedes buscar ayuda profesional para conseguir herramientas que vayan bien en tu caso particular.

Por cierto, por si te lo estás preguntando: al final resulta que me habían subido las dioptrías del astigmatismo, estaba forzando la vista y eso me causaba los dolores de cabeza 😉 

38 comentarios en “Pienso demasiado”

  1. Súper, Paola.
    Es tal cual para todos.
    Yo he resuelto y resuelvo a través de la escritura libre y terapéutica, cada día.
    Mis “run-run” tienen nombre y a ellos me dirijo, resolviéndome antes de salir al mundo. Si se necesita, se pide ayuda, pero la escritura sana, libera, equilibra y me ha puesto en su sitio más de una vez.
    Hay muchos buenos hábitos que son excelentes para gestionarnos. Y sí, siempre hay que pedir ayuda si lo que no resolvemos “pasa a mayores”.
    Gracias por compartir tus conocimientos 🙂

  2. Montserrat- software evaluación desempeño 360

    Sin duda siempre hay algo que aprender del tema, me gusta esta página porque siempre están actualizados con el contenido.

  3. Buen día Paola!
    muy interesante artículo, gracias por compartirlo. Sabes me pasa a menudo eso de pensar mucho y sí es desgastante, yo trato de modularlo con Meditación y caminatas, escuchar música y si ponerme en acción en lugar de pensar tanto ya que el que mucho analiza se paraliza!…. Estoy por conectarme a un taller tuyo….
    Saludos desde Guadalajara, México!!!

  4. Antonio Adame Tomás

    Un artículo muy interesante. Todos sufrimos alguna vez con esas películas que nos montamos guionizadas, dirigidas y protagonizadas por nosotros mismos.

  5. Pbro. Ezequiel García

    Maravillosa forma de pensamiento amiga. Dios te siga dando esa luz y don, para iluminar y dar aliento a los demás.
    Animo y felicidades.

  6. hola Paola. muy interesante tema. en verdad que me quedo dado vueltas y vueltas a temas que me preocupan demasiado. y en lo que no puedo resolver nada. gracias por tus consejos.

  7. Gracias por este estupendo articulo, yo también pienso que es inevitable que esos pensamientos negativos van a estar en nuestra mente por mucho que luchemos contra ellos así que el mejor camino es aceptarlos sin darles más importancia de la que tienen.

  8. Hola. Esa estrategia de atención consciente me ha ayudado mucho. En temas de trabajo me he sorprendido en torbellinos que no eran mi responsabilidad, y focalizarlos y darle su justa atención, me permitió poder asumir otras tareas.
    Gracias a tus orientaciones, he podido irlo aplicando, y me resulta útil.
    Muchas gracias.
    Carlos P. Tenerife (Islas Canarias)

  9. Hola Paola muy buenas tus publicaciones son temas muy interesantes y de actualidad , cuando publicas no me los pierdo
    Un abrazo bendiciones

  10. Desde Cuba te seguimos, eres un derroche de profesionalidad y sentido común, necesario en estos tiempos. Gracias por tu trabajo, eres excelente !!!

  11. Liliana Patricia Mejía González

    Hola Paola, me encantan tus artículos, realmente son muy útiles para mi y con quien trabajo ya que estoy finalizando Trabajo Social y es muy afin con la psicologia.
    Pereira, Colombia

  12. Muchas gracias Paola. Siempre tus mensajes son fáciles de entender y muy profundos. Realmente un bálsamo para el alma.
    Espero que pronto se recuperen por esa zona, donde vivo es de las menos afectadas, igual tenemos que cuidarnos como todos.
    Saludos!

  13. Hola Paola, siempre es un gusto leer tus publicaciones, te sigo hace unos años, antes que iniciara el tema de la pamdemia , soy Chilena, Psicóloga Organizacional, realizábamos capacitaciones a nuestros funcionarios, trabajo en Salud, en un Hospital de alta complejidad y en muchas ocasiones lleve impreso tus artículos y los repartía en grupos a los participantes, se leían y compartimos reflexiones, obviamente siempre respetando a la autora, en el pie de página colocaba tu nombre y pagina web porque encontraba interesante que otros y otras recurrieran a tus artículos, serían de ayuda para ellos.
    Deseo que esta pandemia salga todo bien y aprendamos a amar y amarnos a respetar y respetarnos, ojalá logremos ser mejores seres humanos, en todo sentido, más humanos, más solidarios, mas agradecidos.
    un saludo cariñoso
    Melania

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